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Si crees que un coche contamina, piensa en una vaca.

Nadie pone en duda el efecto negativo que tienen los automóviles en el medio ambiente. Es un mantra que aprendemos y repetimos desde pequeños. Sin embargo, lo que no resulta aún tan fácil de entender es que la agricultura animal contamine incluso más que el sector del transporte.

Cerca del 15% del total de gases de efecto invernadero provienen de la ganadería. Principalmente por el óxido nitroso generado en la producción de la alimentación del animal, elaboración y transporte de carne. Seguido de las emisiones de metano, que producen los procesos digestivos de los rumiantes, y finalmente por los procesos respiratorios y conversión de bosques en pastos.

Esto no es muy conocido, debido a que pocas compañías de carne y productos lácteos calculan o publican sus emisiones climáticas. Sin embargo, recientemente se ha conocido de mano de importantes organizaciones, como el Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP), GRAIN y la fundación Heinrich Böll, que tres empresas cárnicas (JBS, Cargill y Tyson) emitieron más gases de efecto invernadero que toda Francia en el 2016. Sus emisiones son así comparables con las producidas por algunas de compañías petroleras como Exxon, BP y Shell.

Por ejemplo, comer carne dos días a la semana equivale a casi 300 km de emisiones de un coche diésel mediano. Además, para producir 1 kg de carne de vaca se emiten a la atmósfera 27 kg de CO2 y se consumen 15.500 litros de agua. ¡Cifras nada despreciables!

Si quires reducir tu huella de carbono, evita el uso del coche (si aún no lo tienes, considera uno eléctrico). Pero además, considera el impacto que tienen tus alimentos. Antes de comer carne, plantéate optar por alternativas vegetales. 

Fuentes:

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